con mis manos que no son de tiempo
le zurzo la madrugada.
Digo que ha llegado cojo de una tarde
porque con desparpajo
se ha sentado muy cómodamente en mi balcón,
se rehúsa a marcharse, bueno, que se quede.
Ojala no estuviera cojo de la tarde,
necesito dormir para darme el indulto de tu cuerpo,
necesito oler el perfume de tu vagina
y sólo puedo hacer eso en la tarde
porque es cuando el día se desvanece
en el tragaluz que esta arriba del televisor,
y mi alma se ha golpeado
tan fuerte contra el día que ha olvidado mi nombre y el tuyo.
Andrés SINUCO
No hay comentarios:
Publicar un comentario